19/7/2017.- El cineasta italiano Ettore Scola (1931-2016) fue triple protagonista en la 54ª edición de Semana Internacional de Cine de Valladolid. El certamen entregó la Espiga de Honor a un director y guionista que retrató durante cinco décadas la cambiante realidad que veía a su alrededor. El cineasta italiano también presidió el Jurado Internacional que se ocupaba de juzgar la calidad de las cintas a concurso de la Sección Oficial.
Además, la Semana organizó un ciclo especial que reunió diez de sus películas para mostrar a los espectadores las claves para conocer la labor tras las cámaras de uno de los realizadores más reconocidos del cine italiano.
Scola, uno de los indiscutibles maestros del cine de su país de las últimas cuatro décadas, comenzó su carrera en el cine escribiendo multitud de guiones para otros realizadores. Desde que debuta en la dirección en 1964 se convierte en uno de los nombres esenciales de la “comedia a la italiana”. En su obra aparecen títulos como El demonio de los celos, Una jornada particular, La familia, La terraza o Competencia desleal. Su última película fue Qué extraño llamarse Federico, un documental sobre Federico Fellini, estrenado en 2013.
La relación de Scola con el séptimo arte surge a finales de los años cuarenta del pasado siglo, cuando comienza a escribir para otros directores, como Antonio Pietrangeli, con quien comparte el modo de observar las miserias y debilidades humanas. Durante estos primeros años previos a su paso tras las cámaras entra en contacto con otros directores y actores que marcaron su posterior trayectoria como Dino Risi, para quien escribe Il mattatore, Vittorio Gassman o Alberto Sordi.
Junto a este actor creó un personaje, el del romano pusilánime y temeroso ante el poder y con un particular sentido del humor, que fue el centro de varios de sus trabajos. Hasta 1964, Scola no se lanza a la realización, pero ya desde sus primeros títulos da muestras de solidez y coherencia en su discurso cinematográfico. Películas como Riusciranno I Nostri Eroi a Ritovae L’Amico misteriosamente Scomparso In Africa tienen una gran acogida por parte del público, que se identifica con el tono crítico que rezuma la historia.
A partir de los años setenta, con el oficio de director ya plenamente asumido, llegan muchas de sus películas más recordadas. En Dramma Della Gelosia: Tutti i Partocolari In Cronaca (El demonio de los celos) realiza un complejo examen de la sociedad de su país con un triángulo amoroso y un contexto político como escenario. En 1974 filma C’Eravamo Tanto Amati (Una mujer y tres hombres), película que es el retrato de toda una generación que se identificó en su tono amargo.
Brutti, sporchi e cattivi, Una giornata particolare, La terrazza, El baile, La familia… La cámara de Scola siguió diseccionando de manera minuciosa todo lo que sucedía a su alrededor y fraguando, de paso, una filmografía compacta en la que resuena el nombre de su artífice. Y así se llega hasta 2003, año en el que firmó un homenaje a la capital italiana y a sus habitantes con forma de documental que lleva el título de Gente de Roma. La película formó parte de la selección de su obra presente en el ciclo que le dedicó Seminci, en el que también se proyectaron muchas de sus obras más recientes, como La cena o Concorrenza sleale.
La de 2009 no fue la primera ocasión en la que Ettore Scola estuvo presente en la Seminci de una manera estelar. En el año 1986, el realizador italiano y su cine ya protagonizaron un ciclo especial en el certamen. El festival mostraba a sus espectadores el trabajo de un director y guionista que, durante las dos décadas que llevaba tras las cámaras, se había convertido en nombre fundamental del cine italiano.
Publicado en el número 4 de la Revista Seminci (Octubre de 2009)