24/8/2017.- Pocos directores han arriesgado tanto, y desde tan pronto, como Richard Linklater (Texas, 1960) para reflejar la mundanal vida ante la cámara, desoyendo los convencionalismos del séptimo arte y optando por aproximaciones a nuestra existencia más afines a nuestros sentidos, nuestros recuerdos y nuestras sensaciones. Su apuesta por las pequeñas anécdotas sin aparente importancia, el canto a los episodios más triviales de la juventud y la adolescencia o las largas charlas y reflexiones filosóficas sobre nada en absoluto constituyen una marca indeleble de su trayectoria fílmica.
Esa visión única e irrepetible tenía que comenzar, como no podía ser de otra manera, con un documental: el cortometraje-crónica del festival Woodshock que Texas celebró en 1985 como remedo del célebre Woodstock. Bastaron tres años para que Linklater demostrara su audacia a la hora de querer contar una trama bajo sus propios códigos; It’s Impossible to Learn to Plow by Reading Books, protagonizada por él mismo y donde el escaso diálogo daba paso a una observación de los distintos hechos que componen el día a día. En 1991, el cineasta concibió una de sus primeras obras de culto, Slacker, una película en la que la cámara no se detenía más de tres minutos en un solo personaje, y avanzaba de historia en historia a lo largo de su metraje sin centrarse en nada ni en nadie en particular.
Pese a esta serie de artificios, Linklater siempre ha sabido establecer una sólida conexión con su público. Solo así se explica el éxito que aún hoy cosecha Dazed and confused (Movida del 76, 1993), una de las películas que más espectadores asimilan como icónica para su generación, y que marcó su producción fílmica hasta lo que es hoy, cuando su último trabajo, Everybody Wants Some!! (Todos queremos algo, 2016), viene presentado como una continuación espiritual de aquella película.
Tras Movida del 76 llegó una de las cimas de su carrera, Before Sunrise (Antes del amanecer, 1995), inicio de una aplaudida trilogía con Ethan Hawke y Julie Delpy, que continuó con Before Sunset (Antes del atardecer, 2005) y Before Midnight (Antes del anochecer, 2013). El encuentro fortuito, la posterior reunión y la rutina consolidada de la pareja que forman Jesse y Celine han conquistado unánimemente a crítica y espectadores, al conformar una relación de dos décadas, respetando dentro de la historia los lapsos de años que existen entre los rodajes de cada entrega, a través de un lienzo lleno de frescura, verosimilitud y humanidad.
La obra de teatro subUrbia de Eric Bogosian le vino como anillo al dedo para su película homónima en 1996; donde de nuevo un grupo de jóvenes se asomaba al abismo de la vida adulta, una de las constantes del cine de Linklater. Tras ella llegó The Newton Boys, una de sus producciones más narrativas, sobre la banda criminal de los hermanos Newton, que ejecutó uno de los más impresionantes asaltos a un tren.
Waking Life (Despertando a la vida, 2001) supuso su primera toma de contacto con la animación rotoscópica, a la que regresaría, cinco años después, en A scanner darkly. En Tape (La cinta) volvió a jugar con el tiempo real en una intensa pugna entre tres actores (su fetiche Ethan Hawke, Uma Thurman y Robert Sean Leonard), que incorpora, en un nuevo trabajo, distintas reglas de juego entre tiempo real y tiempo narrativo.
Su siguiente etapa se caracteriza por un halo más comercial que, pese a todo, no pierde sus visos de autor. School of Rock (Escuela de rock, 2003), Bad News Bears (Una pandilla de pelotas, 2005), Fast Food Nation (2006), Me and Orson Welles (2008) o Bernie (2011) se alternan con distintos cortometrajes (Live from Shiva’s Dance Floor, 2003), documentales (Inning by Inning: A portrait of a Coach, 2008) y trabajos para televisión, desde la película $5.15/Hr. (2004) a la serie Up to Speed (2012).
Boyhood (2014) es su último y más impresionante alarde estético. Rodada durante doce años, de nuevo en tiempo real, plantea las claves de crecimiento de un muchacho a lo largo de distintos momentos de su vida, de nuevo, más intrascendentes que significativos, que pese a todo brindan toda clase de reflexiones vitales y generacionales tras su visionado. Con ella consiguió tres de sus cinco nominaciones a los Óscar, su primer Globo de Oro y su segundo Oso de Plata en el Festival de Berlín. Nada mal para un cineasta orgullosamente autodidacta, cuyo espíritu y carrera se han visto recientemente reflejados en el documental Richard Linklater: Dream is Destiny, dirigido por Karen Bernstein y Louis Black, que también forma parte de este metódico y completo repaso a su cinematografía en esta edición de la Seminci.
Publicado en el número 67 de la Revista Seminci (Edición especial 22-29 de octubre de 2016)