En su debut como director de largometrajes, el cineasta irlandés Seán Breathnach adapta una novela de Donal Ryan para contar en Foscadh (Shelter / Refugio) una historia desoladora sobre la mayoría de edad de un joven con problemas de adaptación, obligado a dejar atrás el pasado, en un entorno rural de soledad y aislamiento. La película participa en la sección Punto de Encuentro de la 66ª Seminci, y se proyectará en el teatro Zorrilla en dos sesiones; el miércoles 27 a las 16.00 horas y el sábado 30 a las 19.00.
¿Qué le llevó a elegir una exitosa novela de Donal Ryan para este largometraje?
El productor Paddy Hayes contactó conmigo para que le escribiera una adaptación de la novela de Donal Ryan, The Thing About December, ya que yo había escrito y dirigido un cortometraje de temática similar hace varios años, titulado Solitude. Me leí aquella novela de un tirón durante la mañana de un viernes lluvioso. Yo me encontraba entonces en el oeste de Irlanda y sentí una conexión inmediata con el protagonista. También pensé que sería un desafío interesante adaptar la historia de un introvertido a la pantalla grande. Sabía que no sería fácil, y también que me vería obligado a diseñar ilustraciones visuales para transmitir las emociones y el viaje del personaje principal, un hombre que apenas habla y que esconde sus emociones. Sé de gente muy parecida al protagonista de la película y no es nada frecuente escuchar sus historias. Por todo esto me pareció una propuesta muy atractiva.
¿Cómo se ha tomado el hecho de que su película represente a Irlanda en los Oscar?
Es un verdadero honor que la Academia del Cine y la Televisión de Irlanda haya elegido nuestro trabajo para competir en los Oscar. La película parece que conecta bien con los espectadores irlandeses, quienes seguramente conocen a personas como el protagonista de la historia, John Cunliffe. Sin duda, tener la oportunidad de hacer una película ya es un privilegio, pero aún lo es más presentarla ante un público internacional. Si además te escogen para representar a tu país en los Oscar, ya es la guinda del pastel. Estoy más que agradecido.
Shelter cuenta la historia de un chico solitario y de pocas luces que, cuando pierde a sus padres, debe enfrentarse a un mundo no exento de violencia, física y económica. En un entorno rural, pequeño, donde todo el mundo se conoce, debería ser más fácil salir adelante y tener algún tipo de ayuda que en una gran ciudad. Sin embargo no es así. ¿A qué cree que se debe esto?
Es interesante el modo en que me formuláis la pregunta, porque mucha gente me pregunta si el personaje principal sufre algún tipo de problema. Yo sostengo que lo que le pasa es una consecuencia de su entorno. Sus percepciones están embotadas por el modo en que ha sido criado: él es el resultado de su relación con sus padres, quienes siempre tuvieron buenas intenciones, pero no previeron el efecto que aquello tendría en su hijo. Vengo de una pequeña comarca rural y conozco gente similar a John. Es cierto que la gente es buena por lo general y está dispuesta a ayudar, pero ello tiene un efecto limitado. Hay que tener en cuenta que, aparentemente, John está en una situación buena: tiene un trabajo, tiene una herencia, tiene una casa. Es realmente muy difícil entender las emociones de una persona, sobre todo cuando no se comunica. Se podría decir que su soledad es un escollo que John debe aprender a superar, cosa que hará en último término al abandonar su refugio, tanto de un modo literal como metafórico.
¿Qué es lo que quería contar o explorar más concretamente?
Quería hacer una película sobre la identidad, la memoria, el afloramiento de la personalidad en el universo de una persona introvertida. Quería comunicar la sensación de soledad y construir un personaje complejo y con muchas capas: un personaje con el que el público pudiera conectar. También quería explorar cómo el patrimonio, la historia y la pertenencia a un lugar, aunque se consideren valores positivos, a veces pueden abrumarnos. Quise hacer una película que indagara en estos discursos y hacerlo de una forma mesurada e interesante desde el punto de vista visual.
Alguien ha calificado esta película como «una meditación conmovedora sobre el aislamiento, la neurodiversidad y el abandono del pasado». ¿Está de acuerdo?
Pues me parece una descripción maravillosa de la película. Me atraen las historias que están impulsadas por sus personajes, que son complejas y que ofrecen al público un espacio propio donde construir sus propios juicios sobre el argumento y los temas. Mi ambición sería que los espectadores se involucraran con la película en varios niveles para, si es posible, empatizar con el personaje principal, pero también para caer en la cuenta de cómo nos moldean la historia, la memoria y la identidad. Espero que nuestra historia acompañe a los espectadores después de que abandonen la sala de proyección.
¿Por qué hacer una película en irlandés, en lugar de en inglés?
Provengo de una de las regiones de Irlanda en las que se habla el irlandés: se denomina «Gaeltacht». Por eso para mí lo más natural era escribir y dirigir en mi idioma. También es muy importante seguir haciendo un cine de habla irlandesa, y estoy orgulloso de ser parte de ese movimiento. Ya hay muchas películas en inglés, pero me ilusiona un florecimiento del cine hablado en gaélico. En este sentido, estamos muy agradecidos por el apoyo de todos y cada uno de nuestros patrocinadores, Screen Ireland, la autoridad reguladora de la radiodifusión de Irlanda (Broadcasting Authority of Ireland) y el canal de televisión en irlandés TG4, por permitirnos llevar a un público internacional nuestro idioma y las historias que se cuentan en él.
¿Qué directores, qué películas, le han influido a la hora de rodar una historia como esta?
¡Hay tantos! Me siento influido por cineastas contemporáneos como Terrence Malick, Steve McQueen y Lynne Ramsay cuya estética lírica y elíptica sigue inspirando a otros directores. Mientras preparaba mi película vi muchas veces You Were Never Really Here (En realidad, nunca estuviste aquí) de Lynne Ramsay. También me siento atraído por los gigantes del cine como Bergman, Tarkovsky y Ozu. Con frecuencia estudio la obra de diversos directores de fotografía; quizás el colaborador de Ingmar Bergman, Sven Nykvist, es al que más admiro. La mayoría de los directores que me gustan tienden a favorecer un encuadre simple y paciente, que invita a la contemplación del público. ¡Espero que se pueda decir lo mismo de Foscadh!