Los productores tratan de aplicar en los rodajes medidas que minimicen la contaminación
La Semana Internacional de Cine de Valladolid fue el primer festival de España en organizar actividades en defensa del medio ambiente y, en general sobre cambio climático, y así lo ha hecho notar Javier Angulo, director del festival, en el momento de presentar una nueva edición de los debates sobre Cine y Cambio Climático, este año bajo el título El guion ecológico y la sostenibilidad de los rodajes. «Por fin lo hemos recuperado tras la pandemia», ha firmado.
En la jornada han participado, bajo la moderación de Miguel Angel Pérez Quintero, programador de festivales medioambientales y miembro del Jurado Espiga Verde de la 67 Seminci, un selecto abanico de personas implicadas, desde sus respectivas áreas, en cuestiones medioambientales: Álvaro Longoria, productor de Morena Films; Mónica Fernández- Aceytuno, periodista experta en conservación de la naturaleza y miembro del Jurado Espiga Verde; Nacho García, coordinador de Movilización para Greenpeace España; Alicia Luna, guionista; Antonio Pérez, productor de Maestranza Films; Elvira Cámara, miembro de Ecologistas en Acción; Ana Amigo, productora; y María Sánchez, concejala de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Valladolid.
Los presentes han debatido en torno cuestiones tan fundamentales como el compromiso de los guiones con el medio ambiente o las buenas prácticas en los rodajes y, como remate, Álvaro Longoria ha explicado el Proyecto Bosque, con el que la industria del cine trata de compensar la huella de carbono que cada película genera con su rodaje.
El cine como reflejo de la realidad
Respecto al primer gran tema, cómo tratan los cineastas las cuestiones medioambientales, Alicia Luna apuntó algunas de las claves: «El cine es ese arte industrial que nos representa a todos al fin y al cabo los cineastas cuentan lo que ven o loque imaginan que será. Tenemos que pensar en qué tipo de sociedad estamos reflejando en nuestro cine».
Mónica Fernández-Aceytuno ha centrado el enfoque en las temáticas que tratan las películas y aseguró que en estos momentos los argumentos tratan temas que pasa por alto el periodismo, como la explotación de espacios naturales por parte de industrias energéticas. Una cuestión en la que ha convenido Luna, que se ha mostrado convencida de que las historias que se les ocurren a los guionistas suelen estar centradas en ciudades porque allí es donde ellos mismos viven.
Libretos para imaginar otros mundos posibles
El compromiso del cine con el entorno pasa, en buena media, por las historias que cuenta, y en ello tienen mucho que decir los guiones. Este ha sido el segundo gran bloque de debate. Para Elvira Cámara, «hay una función importante que es ayudarnos a imaginar otros mundos posibles, otro futuro; cómo se construye el imaginario colectivo es responsabilidad en gran parte del consumo audiovisual. Ahora nos encontramos, cuando se habla de futuro, más de distopías que de utopías, y eso está bloqueando de laguna manera nuestra capacidad de imaginarnos otros tipos de futuro».
Nacho García ha abundado en esta misma cuestión: «Lo que plantea elvira es tremendo: que nadie pueda imaginar el fin del capitalismo o el fin del patriarcado, por ejemplo. Eso ocurre porque todos los futuros que imaginamos se basan en nuestros presentes. Creo que la mejor contribución de los guionistas sería ayudarnos a imaginar futuros que no fueran ni distópicos ni utópicos naif, irrealizables, sino ‘ecotópicos’ y posibles».
Álvaro Longoria se ha mostrado reivindicativo con la capacidad de influencia social de su sector, especialmente en este momento histórico «El cine tiene un gran poder, porque hoy en día el mundo se cuenta a través de lo audiovisual. Y eso se olvida a menudo. Algunas cosas se han cambiado, como el tratamiento que se da a la violencia contra las mujeres o el consumo de tabaco en los filmes, pero en otras cosas no tanto. Tenemos un poder brutal, lo que implica una gran responsabilidad».
Otros rodajes posibles
El cine es una industria altamente contaminante. Con este punto de partida como tercer gran tema de análisis, Ana Amigo ha explicado que el propio hecho de crear una película genera una gran cantidad de materiales no reciclables. «Aquí hay un antes y un después de la pandemia», ha asegurado. «Hemos dado un paso atrás respecto a lo que se había empezado a avanzar».
Antonio Pérez ha defendido que determinadas pautas que en su día quedaron reflejadas en un decálogo de buenas prácticas en los rodajes deberían ser pautas obligatorias: que desaparezcan los plásticos del avituallamiento, que la iluminación sea mediante bombillas LED o dejar de pasar las órdenes de trabajo diarias en formato impreso. «Hay cosas más difíciles, como usar vehículos eléctricos, porque en los vehículos a veces especiales que se usan en el cine no hay, pero lo demás es fácil de implementar».
La Academia, por su parte, comienza también a portar en este sentido. Tal como ha recordado Ana Amigo, el premio Rayo Verde, que favorecen los valores de la sostenibilidad, se ha entregado por primera vez este año y ha recaído en José María Morales.
También desde el lado político se lucha a favor, como ha defendido María Sánchez: «Sería importante desterrar esa idea de que las catástrofes caen del cielo y son inevitables. Ahora no solo tenemos que tener voluntad política, sino que tenemos que cumplir legislaciones de prevención de esas catástrofes. Pero el ámbito del medio ambiente a veces el problema es considerar que algunas políticas van en contra del desarrollo».
Proyecto ‘Bosque del Cine’
Precisamente con ayuda política, en este caso del Gobierno de Cantabria, ha sido posible poner en marcha el Proyecto Bosque. Álvaro Longoria ha explicado que la idea del sector, o al menos de una parte de él, no es solo medir la huella de carbono, que ya lo hacen, sino encontrar cómo neutralizarla. «Nosotros nos encontramos con que no había nada cerca, así que empezamos a darle vueltas y surgió la idea de hacer un bosque del cine», ha afirmado.
Y a partir de ahí comienzan los datos: «Las películas producen, de media, 45 toneladas de CO2. equivalen a entre 150 y 200 árboles mantenidos durante 40 años. El Gobierno de Cantabria nos ha cedido 40 hectáreas de un antiguo bosque de eucaliptos que están sustituyendo por un bosque autóctono. Ya tenemos 12 producciones cinematográficas que se han apunado el proyecto, y tenemos plantados 1500 árboles. Necesitamos 160.000 árboles para rellenar las 40 hectáreas, pero ya hemos empezado a pasar del dicho al hecho».