Descubrí a Juan Diego hace ya décadas en Bilbao en la función teatral «La mujer araña», que hacía junto a Pepe Martín, y ese día nos hicimos amigos. Desde entonces, no he dejado de quererle y admirarle.
Era un todoterreno de la interpretación y un hombre comprometido y solidario en lo social y en lo político, sobre todo, cuando aquello te podía costar la cárcel. Amable, generoso, discutidor, divertido, entrañable en la distancia corta (Juanito, para los amigos), como persona, y muy sólido, exigente y apasionado en su trabajo.
Ha sido un artista esencial en el teatro, el cine y la televisión en España en los últimos 50 años y de forma ininterrumpida. Es difícil superar su récord de actuaciones en todos esos medios. Y era un gran amigo y admirador de la SEMINCI, que siempre le correspondió, entre otras cosas, con una Espiga de Oro de Honor.
Javier Angulo. Director de SEMINCI