Dania Bdeir, directora de Warsha, y el colectivo Neozoon, con Lake of Fire, han abundado sobre sus respectivos proyectos
«Recomiendo a todos los hijos de inmigrantes de Suecia que ganen un premio, porque automáticamente pasarán a considerarlos verdaderamente suecos». Así, entre la broma y la crítica, Tarik Saleh ha presentado su nuevo filme, Boy from Heaven, en la sede de la Seminci. Hijo de madre sueca y padre egipcio, Seleh no tiene por costumbre ocultar su visión del mundo. Así lo demostró en El Cairo confidencial, que le valió la Espiga de Oro en 2017 y la orden de no volver a pisar suelo egipcio.
«Estoy muy feliz de haber recibido aquel premio en Valladolid, y más aún por lo que significó para mí. Cuando uno hace una película tan personal, en la que expone sus intereses y puntos de vista, no está seguro de si la gente lo vaya a entender, ya que creo que el arte implica, ante todo, una relación muy íntima entre la obra y el artista», explicó.
Su nuevo proyecto nació de la fascinación por El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y la profundización, a través de ella, de cómo se interrelacionan la religión y el arte. ¿Cómo sería esta historia, desde el enfoque del islam y en la época actual? «¿Podría hacer una película así? Definitivamente, no. ¿La voy a hacer? Por supuesto que sí», se decía a sí mismo el realizador. Esas preguntas, con sus respuestas, están detrás de Boy from Heaven.
Intrigas de poder
En esta ocasión, presenta una historia ubicada en la universidad de Al-Azhar de El Cairo, el epicentro del poder del islam sunita, en la que pone de manifiesto cómo se interrelaciona el poder civil y el religioso. El argumento de la historia (ficticia) se centra en las intrigas dirigidos a influir en la elección de un nuevo imán, para sustituir al que repentinamente ha muerto. La autoridad del máximo representante del islam sunita viene a ser el equivalente a la del papa en el mundo del cristianismo católico, pero con mucha más influencia aún en los ciudadanos y, lo que es más importante, en la política.
Evidentemente, no pudo rodar en El Cairo. Así que recurrió a La mezquita de Solimán, en Estambul (Turquía), precursora arquitectónicamente de a de Al-Azhar. También recurrió a otras realidades conocidas para presentar el trasfondo social de la historia. Por ejemplo, al igual que Adam, el protagonista de su filme, sus abuelos paternos dieron el salto desde un humilde pueblo de trabajadores a la modernidad, en la ciudad, vía la admisión en la universidad. En el caso de su abuelo fue, precisamente, en la de Al-azahar.
El resultado, en todo caso, es una reflexión sobre el concepto más importante del islam: Dios es el más grande. «No es “Dios es grande”, sino “Dios es el más grande”. Es decir, está por encima de las voluntades de los hombres. Como cualquier institución, su poder se basa en estar por encima de las personas que la representan».
Un cortometraje pensado para los migrantes
Dania Bdeir, directora de Warsha, ha asegurado que su cortometraje habla de libertad. De cómo escapar a la realidad y soñar.
Para conseguirlo presenta a Mohammad, un gruista que trabaja en Beirut. La idea surgió cuando la propia directora contempló a un trabajador subido en una grúa: «Pensé que iba a saltar, pero no lo hizo y entonces pensé que era una escena preciosa, ya que estos gruistas son los únicos que pueden ver el mundo de una manera única», ha explicado durante la rueda de prensa.
En un nivel más profundo aún, la cuestión de los derechos laborales de los migrantes: «Cuando empecé a investigar vi lo peligroso que era este trabajo y lo reemplazables que se consideraban estos trabajadores. En realidad, cuando los vemos casi no los vemos ni como personas; no nos preguntamos sobre sus vidas, sus sueños, sobre qué harían si no estuvieran en ese trabajo».
La autora, en esta tesitura, dedicó el premio recibido en el Festival de cortometrajes de Asia a todos los trabajadores migrantes del mundo como forma de reivindicar el papel de la migración especialmente en trabajos que suponen un importante riesgo personal por su peligrosidad.
Preocupación por el fanatismo religioso
En cuanto a Lake of Fire, es el último cortometraje de una trilogía ‘firmada’ conjuntamente por el Colectivo Neozoon, una agrupación formada hace 10 años para reunir a artistas y que, en la actualidad, tiene a dos personas dedicadas a producir películas, si bien en función del tamaño de los proyectos el número puede aumentar.
El fanatismo religioso es el tema central de Lake of Fire, así como el miedo a la muerte: «Durante la pandemia había cada vez más miedo a la muerte, y en Youtube comenzaron a proliferar evangelizadores fanáticos, con muchísimos seguidores, que se dedican a presentar cierta imagen del infierno», ha explicado la representante del colectivo.
Para ello, el Colectivo Neozoon se sirve de imágenes reales tomadas de Youtube y material propio, y compone un documental collage fruto de la observación de lo que ocurre en las redes sociales. «Estos trabajos nos sirven para reflexionar sobre cuestiones como la relación de las religiones antropocéntricas con el cambio climático».