La sala Fundos ha sido el lugar de presentación de La noche del corto español, sección dentro de la categoría Punto de Encuentro de la Seminci. La gala ha incluido la proyección de cinco títulos, cuatro nacionales y uno mundial: Trenc D’Alba (Anna Llargués), Los Danubios (Jaume Claret Muxart), Lost at Sea (Andrés Bartos y Lucija Stojevic), Las invasiones biológicas. El caso del Ovis orientalis musimon en la isla de Tenerife: El último muflón (Omar Razzak y Shira Ukrainitz) y Meteoro (Víctor Moreno).
A la presentación y coloquio tras las proyecciones han acudido diferentes miembros del equipo de cada producción. En el caso de El último muflón, sus codirectores Omar Razzak y Shira Ukrainitz han querido sumarse a la cita, y han aprovechado para las gracias al equipo y a los asistentes que se encontraban en la sala. «Cada vez me gusta más el festival, ver la sala tan llena», ha expresado Omar, mientras que Shira ha hablado del trabajo «tan largo pero tan bonito» que han creado. La cinta trata la lucha por la supervivencia de un joven muflón —una especie de carnero— en Tenerife.
En el coloquio posterior han aportado algunos detalles sobre el proceso de creación del cortometraje. «No me acuerdo muy bien cómo surgió, pero estábamos viviendo en Tenerife. Íbamos por el Teide y nos llamó la atención el cartel sobre el inicio de la época de caza mayor. Vimos un artículo sobre la orden del día, en el que se le daba la medalla a un directivo que había soltado los muflones. Ellos se planteaban si exterminarlos o no, porque la zona del Teide es un lugar protegido y esos animales se comen las plantas. Ahora hay que decidir: se matan todos, matamos unos pocos… Cualquier decisión es mala», ha asegurado Omar Razzak. «Lo interesante era mostrar el poder del hombre de decidir hacer lo que queremos cuando queremos», ha afirmado sobre el asunto que se plantea en la cinta.
Shira Ukrainitz, dibujante de la historia además de codirectora, ha planteado la «absurdez» de los seres humanos y cómo afectan a tantas vidas durante tanto tiempo: «No sabía qué hacer con esta información. Lo sigo viendo ahora y pienso que es una historia muy tonta. Era gente que traía animales para cazarlos y pasarlo bien», ha lamentado Shira. Iván Blanco, compositor de la música presente en la sala, también ha querido intervenir: «Quería transmitir un poco lo del hombre y la máquina, que decide cuando y como quiere, decide introducir esa especie para luego matarla… Además, con la parte de las imágenes reales, las diapositivas, te das cuenta de que la historia tiene un toque del pasado, un loop que se repite, porque la historia empieza en los 70 y no acaba. Con la música quería mostrar que ese problema sigue ahí».
Puntos de partida para los más diversos resultados
Jaume Claret Muxart, director de Los Danubios, también ha detallado, en presencia de los actores Mario Sanz y Kevin Espinosa, cómo surgió la idea de la cinta, un trabajo que recrea un camino salpicado de encuentros e historias, entre las que no falta el mito de que el río Danubio no nace de un manantial, sino de un grifo mal cerrado. «Hicimos esta película con un equipo muy pequeño. El texto partió de que estoy preparando un largometraje que pasa por el Danubio. El proyecto nació como un impulso, porque llevábamos tiempo queriendo lanzarlo y no salía financiación, así que nos cansamos de hacer dossiers y nos lanzamos a hacer la película», ha explicado Jaume.
En cuanto a las referencias, el proyecto se inspira en el libro El Danubio, de Claudio Magris: «Mi tutor del proyecto me lo recomendó. En el libro se hacen pasar personajes ficticios como reales para contar parte de la historia de Europa, y quise utilizar esta idea en mis personajes». El reducido presupuesto de la película, según explica Jaume, provocó «ser muy económicos a la hora de rodar». «Teníamos solo ochenta minutos de película, por lo que los espacios que se proyectan eran muy concretos. La mayoría fueron localizados por Google Maps», ha admitido Muxart.
El equipo de Lost at Sea, documental de animación que denuncia el racismo sufrido por minorías obligadas a vivir en ambientes siempre hostiles, ha estado representado en la gala por el boliviano Andrés Bartos, codirector junto a la croata Lucija Stojevic. «Este proyecto nace justo antes de la pandemia. Estábamos mirando pueblos que son pueblos sin pueblo: los saharaui, los palestinos… Conocemos gente en algunas ONG y nos ofrecieron el grupo étnico rohinyá, en Myanmar. Justo cuando íbamos a ir llegó la pandemia, así que se nos planteó la idea de hacerlo con animación», ha revelado Bartos, que ha detallado además los conocimientos que han adquirido durante la producción: «Aprendimos que los rohinyá no tienen un lenguaje escrito, su historia se cuenta de boca en boca. Te hace ver que, si quieres cometer un genocidio, basta con destruir la cultura».
Víctor Moreno, director del cortometraje Meteoro, estreno mundial sobre un buscador de restos de meteoritos y de respuestas ante los misterios insondables del universo, ha explicado el nacimiento de la idea: «A mí me interesaban mucho los buscadores de meteoritos. Conocí a José García, el protagonista de la película, y la primera idea era irnos al desierto de Atacama. Llegó la pandemia y no pudimos ir, así que optamos por ir al Sahara pero no nos dieron los permisos para rodar. Decidimos entonces rodar algunas partes en Fuerteventura, pero un día en Canarias sonó este bum sónico y decidimos hacerlo ahí».
Moreno ha relatado además un evento que no se narra en la película: «Junto al bum se había registrado un movimiento sísmico. José entró en una obsesión por ir a encontrar algo en ese bosque. Esa idea de que un hombre solitario se adentrase en un bosque a la búsqueda de un sueño, algo difícil e inalcanzable, me pareció algo sugerente para hablar de lo desconocido e imaginar la película aun siendo un documental. Y eso he intentado con este trabajo: tratar de alcanzar algo inalcanzable que deseamos conocer», ha confesado.
Historias en Súper 8
El coloquio ha concluido con las intervenciones del equipo de Trenc D’Alba, un filme nacido como trabajo de fin de grado en la ESCAC que aborda la dificultad de afrontar los cambios entorno a la masía en la que vive una familia. Junto a los protagonistas, Gerard Ribera y Vinyet Rodríguez, la directora Anna Llargués ha comenzado expresando su felicidad por estrenar su proyecto en Seminci con amigos y familia, para después explicar la trayectoria de la película desde su nacimiento.
«Esta historia surgió muy poco a poco durante los años que estuve estudiando. A los dieciocho empecé a rodar y fuimos construyendo la película durante tres años. Yo vivía con mi abuela y tenía ese sentimiento de poder perder a alguien, salía de manera natural», ha confesado. Respecto al elenco del cortometraje, Llargués ha afirmado que el de los actores no fue el único: «Hicimos un largo casting de casas por toda Cataluña. Buscábamos un espacio que sintiéramos que tenía que ser el espacio, algo estético y abandonado. Queríamos que se pudiera extrapolar a cualquier lugar».
En cuanto al uso de una cámara analógica de ocho milímetros para rodar la cinta, el porqué reside principalmente en las casualidades, según ha relatado la directora. «Mi abuelo solía rodar en analógico muchas cosas y fueron ocurriendo casualidades: el abuelo del director de fotografía encontró una cámara y decidimos rodar con ella, encontramos también material de la abuela de la directora de producción… y al final decidimos que esta historia se iba a contar así. Además, siento que ayuda a contar cómo este lugar se va a perder, la visión del protagonista. Me gustaba mucho contar cómo lo veía él», ha detallado Llargués, en referencia al personaje interpretado por Gerard Ribera, quien ha explicado su experiencia como actor primerizo. «Fue una experiencia de novedad, de no haber actuado antes. Es la quinta vez que veo la película y siempre me emociona. Es curioso ver cómo todo se ha transformado mucho, incluso el personaje, cómo te sientes actuando sin tener experiencia y cómo se construye todo eso a través del personaje», ha concluido el actor.