Presentada en Punto de Encuentro, Gasoline Rainbow, la primera incursión en la ficción de los hasta ahora documentalistas hermanos Ross, se revela como una suerte de Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) de la América pos-Trump.
Se trata de una película sobre un grupo de adolescentes de Oregón que ponen rumbo a las costas del Pacífico que entronca con grandes obras del cine indie, como Mi Idaho privado (Gus van Sant, 1991), y cuyos autores han definido como «un organismo vivo» por las continuas adaptaciones y cambios del guion o las localizaciones en función del día a día y de las aportaciones de los intérpretes.
«La idea de escapada está ahí», han señalado los realizadores durante una entrevista en el marco del festival en la que también han incidido en lo «agotador» que resultó el rodaje al estar ubicado en distintas localizaciones.
«Hacemos lo que queremos hacer y creo que es importante tener una voz propia», han precisado los hermanos Ross para defender la concepción de un auténtico cine independiente norteamericano que han ilustrado con The Sweet East (Sean Price Williams), a competición en Sección Oficial.