Los niños siempre ocupados no tienen tiempo para dar rienda suelta a la fantasía. Es la lectura que se desprende de Sirocco y el reino de los vientos y la idea que ha querido trasladar el director Benoît Chieux, quien este viernes ha presentado su peculiar largometraje de animación en la sección Punto de Encuentro. A partir de dos niñas inspiradas en sus propias hijas, el realizador francés construye una historia en la que llama la atención, precisamente, de la necesidad de crear ambientes propicios para que los pequeños «abran una puerta a la imaginación».
La intención era también «mostrar a niños y niñas completamente normales, que no tienen ningún superpoder», con la intención de situarse en las antípodas de una película de superhéroes. Sus personajes son, ha precisado, «personas normales que cambian y evolucionan para lograr sus objetivos».
Otro ingrediente fundamental, como se intuye por el título, es el viento. Y ahí estaba el principal reto de la producción, porque mostrarlo suponía «un desafío a nivel cinematográfico: poder mostrar lo invisible». La película bebe de un maestro del género, Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro), fundamentalmente en la «puesta en escena», ha admitido Chieux, y recurre a los movimientos de cámara para simular precisamente el efecto de los vientos.
Si hay un mensaje que Benoît Chieux quisiera que se llevase el espectador al ver el trabajo con el que ha acudido a las 68 Seminci es «la importancia del arte y la creación», ha señalado en una entrevista para Canal Seminci.