- La intérprete de Alps y Langosta, dirigidas por su marido Yorgos Lanthimos, debuta como directora con la adaptación de la novela Sisters, de Daisy Johnson
Valladolid, 19 de octubre de 2024. La actriz y directora Ariane Labed ha llegado a Valladolid en la segunda jornada de la 69ª Seminci para presentar en la Sección Oficial su primer largometraje, Septiembre dice, que recorre la relación de dos hermanas y su difícil tránsito a la edad adulta. Ariane Labed, reconocida actriz del nuevo cine griego gracias a su participación en las películas de su marido Yorgos Lanthimos Alps (2011) y Langosta (2015), se ha lanzado ahora a la dirección adaptando la novela intimista Sisters, de Daisy Johnson.
Labed se enfrentó al reto de traducir al lenguaje cinematográfico el estilo poético de la escritura de Daisy Johnson tratando de poner algo de su propia experiencia, tras sentir absoluta fascinación por los personajes del libro: «Me interesa mucho la relación tan compleja de estas dos hermanas y la ausencia del padre; quería analizar el tema de la familia y sus efectos en la adolescencia, pero necesitaba hacer la película mía».
El motivo de encarar, además, el complejo proceso de localización en Irlanda para buscar los paisajes que aparecen en la novela se debió, según Ariane Labed a su conexión con los cuentos de brujas: «Necesitaba un paisaje que se relacionase con la novela gótica, sobre todo por el hecho de que las protagonistas sean mujeres, quería encontrar un lugar que mantuviese una conexión con un pasado legendario, de cuentos de brujas».
Septiembre dice se sumerge en el género llamado coming of age, que remite a estos años de incertidumbre adolescente en los que las personas comienzan a ser ellas mismas. «Creo que el atractivo que sentimos los directores por este género es que no hay nada escrito. No puedes definir a un personaje diciendo que es un abogado o un pintor, ya que tienen toda la vida por delante».
La directora ha destacado el esfuerzo en mostrar conductas y realidades propias de las mujeres que no se ven representadas habitualmente en el cine: «Por un lado la experiencia del bullying era algo que necesitaba retratar, y lo que yo traje a la historia original fueron estas imágenes que no estamos acostumbrados a ver y creo que mostrar esta perspectiva de las mujeres es algo político. El aprendizaje sexual tiene que ser algo más casual, con menos carga simbólica».
Importancia de su experiencia previa como actriz para dirigir
A la hora de sumergirse en el mundo que retrata la película, el de las incertidumbres compartidas de la adolescencia, la directora ha hablado sobre la influencia de su trabajo como actriz en su nuevo rol como directora, donde ha defendido su predilección por lo físico y lo corporal como herramienta de trabajo fundamental con las actrices: «Me interesaba mucho trabajar sobre lo gestual y lo ritual en cierto modo; esta idea de lo lúdico en la que se refugian las niñas como método de comunicación y resistencia frente a un mundo cruel». Sobre esto último, en concreto ha añadido: «Me gusta mucho la estructura de los juegos que está presente en la infancia y la adolescencia. Creo que es algo muy liberador y perdemos ese sentido del juego cuando llegamos a la edad adulta. Para mí era muy importante tratarlo así, en lugar de hacer un relato más psicológico. Mi método de actuar es pasarlo bien».
La danza ha sido un aspecto fundamental en su vida como actriz y ha declarado: «La coreografía es lo principal en mi forma de abordar el rodaje, así que he cuidado mucho el punto de vista del espectador. Y, para ello, el movimiento de la cámara tenía que ir muy acompasado con el de los personajes. Tengo problemas con la cámara en mano, hay gente que la utiliza muy bien, pero yo no sé rodar así».
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