La 69ª edición de la Semana Internacional del Cine de Valladolid ha dedicado, por primera vez en la historia del festival, una retrospectiva exhaustiva al cine de Alemania. Siguiendo la innovadora estructura que el Festival planteó en la anterior edición para las retrospectivas nacionales, pasado y presente dialogan a través de películas pertenecientes al Nuevo Cine Alemán (con obras de Wim Wenders, Werner Herzog y Rainer Werner Fassbinder, pero también de autoras poco conocidas pero igualmente estimulantes como Elfi Mikesch, Helma Sanders-Brahms o Sohrab Shahid Saless), y de títulos de los últimos veinte años, entre los que encontramos iconos de la Escuela de Berlín como Ghost (Christian Petzold), Western (Valeska Grisebach) o The Forest for the Trees (Maren Ade). Un puente entre modernidad y contemporaneidad que pone el foco las voces más audaces de la cinematografía alemana, teniendo la calidez emocional y el humanismo como vasos comunicantes entre todas las obras seleccionadas.
Con ese mismo espíritu, y en colaboración con la revista Caimán Cuadernos de Cine, el festival ha editado el libro Espejo de pasiones. El cine alemán, los años 70 y el siglo XXI: Moderno/contemporáneo, coordinado por Carlos Losilla. En palabras del crítico: «No teníamos una intención exhaustiva ni nos planteamos la publicación como una enciclopedia de cine alemán. Lo que buscábamos era establecer la idea de espejo, que domina el ciclo también, entre ese casi fin de siglo y este principio de uno nuevo». Y añadió: «El resultado es un puzle y ahí es donde entráis vosotros como lectores, para terminar de componerlo y rellenar los agujeros a partir de lo que ya sepáis del tema y, también, de lo que hayáis podido ver en el ciclo. Es una invitación a conocer esta inabarcable constelación de autores, autoras, películas, modos y estilos».
La presentación del libro se enmarca en el ciclo de mesas redondas ‘Pensar el cine’, un espacio en el que ha conversado con los cineastas Helena Wittmann, miembro del Jurado Alquimias, y Thomas Arslan, quien participa en Punto de Encuentro con su más reciente película, Scorched Earth (2024). Los realizadores han abordado algunos temas que han unido y motivado a los autores alemanes, tanto en el pasado como en el presente, como la búsqueda de libertad.
Paisajes emocionales. Las pasiones en el cine alemán
«En los años 80 y 90, que fue cuando yo empecé en la realización, había una idea muy estrecha del cine alemán. Para mí siempre fue más estimulante mirar a lo que se había hecho décadas antes. Y me movía un impulso de buscar algo diferente, salir de los clichés y llegar a una visión real de lo que era el cine. Sentía que los puntos de vista tenían que ser más amplios», ha comentado Arslan.
También Wittmann ha compartido su experiencia: «Para mí fue parecido, aunque yo empecé mucho después. Siempre estaba la idea de buscar el cambio, de movilizarnos y hacer una crítica a las estructuras. No era fácil, porque seguía habiendo una especie de fantasma de la gente que solía dictar lo que tenía que ser el cine en Alemania. Pero mi generación quería hacer cosas diferentes. Y ahora mismo es un poco así también».
Además, los dos han hecho énfasis en las dificultades actuales de la industria del cine alemán. «Las condiciones no son las mejores, hay cada vez menos ayudas y oportunidades. Son cosas que tenemos que cambiar», ha dicho Arslan. A lo que Wittmann añadió: «Amamos lo que hacemos. Si no fuera así, no podríamos sacar adelante nuestro cine».
Como ha señalado Javier H. Estrada, responsable de programación de Seminci y moderador de la mesa, otra gran motivación del cine alemán ha sido siempre el retrato del otro, llevado por la necesidad de ir más allá de las fronteras nacionales. En el caso de Arslan, esto ha tenido que ver con sus propias raíces: «Mi padre era turco y mi madre alemana, así que yo he vivido el encuentro de culturas en carne propia. Y para mí era importante que esa realidad se viera reflejada en el cine alemán».
El realizador ha profundizado, además, en la trilogía que inició en 1999 con Dealer, que sigue a un personaje migrante sobre el que vuelve en Scorched Earth: «Quería luchar contra la falta de representación que veía en el cine alemán y mostrar lo que era esta juventud que venía de otras partes y cómo vivía en el Berlín de los años 90, que, por supuesto, no es la misma ciudad de hoy. Me parecía interesante mostrar esos cambios. Siempre con una visión global, que es algo heredado también del cine de los años 70».
Por su parte, el cine de Wittmann tiene una naturaleza eminentemente transnacional, que busca trascender el lugar por medio de la idea de viaje. Al respecto, la directora ha señalado: «Para mí, no es algo idealista. Ha llegado de forma orgánica. Yo nací en Alemania y había partes de mi familia que no tenían una preocupación por lo otro. Pero yo siempre me he encontrado en esa especie de frontera entre lo nacional y lo corporal».
Esta idea de alteridad también ha sido uno de los motores del libro coeditado por Seminci y Caimán Cuadernos de Cine. Como ha apuntado el coordinador: «Nosotros nos aproximamos al libro como extranjeros también; somos españoles hablando de cine alemán. Y esto es muy interesante porque permite ver de qué manera las culturas están conectadas. Los autores y autoras de este libro han sido capaces de ver esto y de dialogar con una cultura que parece lejana, pero en el fondo no lo es».