Sin contar series de televisión, doblajes, teatro o colaboraciones para distintos programas de la pequeña pantalla, un recuento por encima arroja 7 decenas de filmes y un buen ramillete de reconocimientos a sus interpretaciones. La Semana de Cine se suma con un galardón que es un homenaje más del mundo cinematográfico no a una obra concreta, sino a un actor sin cuya trayectoria sería un poco más difícil entender el cine español.
En el caso de Resines, el ‘Dios los cría y ellos se juntan’ se hizo bueno el día que decidió cambiar Derecho por Ciencias de la Información en la Complutense. Coincidir en clase con Carlos Boyero y Fernando Trueba solo podía ser el comienzo de algunas grandes historias. La primera fue Ópera prima (de Trueba), en la que Resines interpretaba a León y de la que Boyero escribiría maravillas en la Guía del Ocio, cuando rayaban los 80. Luego llegarían a su vida Fernando Colomo, José Luis Cuerda, Mario Camus, Luis García Berlanga, Álex de la Iglesia, Adolfo Aristarain, Ricardo Franco, Gonzalo Suárez, Enrique Urbizu… En realidad, la pregunta sería, más bien, con quién no ha trabajado.
Antes de que terminaran los 80 comenzó también a entrar en los salones de las familias españolas a través de la pequeña pantalla. Diego Serrano es, quizá, el personaje más intergeneracional hasta que el propio Antonio Resines se coló en las vidas de todos tal cual, la persona más que el personaje, previo paso por el oficio de presentador (Objetivo Indiscreto y Vértigo) en calidad de colaborador de programas como El hormiguero 3.0, La Resistencia o La noche D. Y Resines pasó a ser Antonio a secas. Dejó de ser el actor y presentador a ser alguien cercano. De ser el conocido al que saludas de lejos al vecino con cierta confianza, ese al que se puede desear de corazón el restablecimiento de una dura convalecencia.
La Seminci homenajea en su 67 edición a todos esos Resines. Al actor de cine, de televisión, de teatro; al actor de doblaje, al presentador. Y a todos los Antonios: al hombre que publicó ‘Pa’ habernos matado. Memorias de un calvo tras superar un cáncer; al compañero capaz de poner en pie a todos sus colegas de profesión en unos Fotogramas de Plata tras 40 días ingresado en la UCI; al amigo destrozado por la muerte de una Verónica Forqué que aprovechaba sus puntos débiles para vacilarle durante los rodajes.
Los premios no le son ajenos. Ganó el Goya en 1997 a la Mejor Interpretación Masculina en La buena estrella, de Ricardo Franco, y estuvo nominado por La niña de tus ojos, de Fernando True- ba, y Celda 211, de Daniel Monzón. La buena Estrella le valió también la medalla a Mejor actor del Círculo de Escritores Cinematográficos y el Premio Ondas (en este caso, ex aequo con su coprotagonista, Jordi Mollà), así como estar nominado a los Premios de la Unión de Actores.
Obtuvo el Fotograma de Plata a Mejor Actor de Cine en 1998, año en el que había interpretado, además de La niña de tus ojos, Entre todas las mujeres, de Juan Ortuoste, y Una pareja perfecta, de Francesc Betriú. En estos mismos premios, también ha estado nominado a Mejor actor de Cine en otras dos ediciones. En 1985, con Café, coca y puro, de Antonio del Real; Dos mejor que uno, de Ángel Llorente; La reina del mate, de Fermín Cabal; La vieja música, de Mario Camus, y Sé infiel y no mires con quién, de Fernando Trueba. Y en 1997, con Carreteras secundarias, de Emilio Martínez-Lázaro; El tiempo de la felicidad, de Manuel Iborra; Tranvía a la Malvarrosa, de José Luis García Sánchez, y la ya reconocidísima La buena estrella.
Su trayectoria para la pequeña pantalla también ha recibido reconocimiento, como los Fotogramas de Plata a Mejor Actor de Televisión tanto en Eva y Adán, agencia matrimonial, en 1990, como en Los Serrano, en 2003, o los galardones a Mejor Interpretación y Mejor Interpretación Masculina a sus respectivos papeles en A las once en casa y Los Serrano de los Premios de la Academia de Televisión.
Imposible no reconocer todos los terrenos que Resines ha frecuentado con notable éxito y con una buena estrella forjada a golpe de trabajo duro.