Al final de Las manos en los bolsillos, la ópera prima de Marco Bellocchio, un adolescente agoniza ante la pasividad de su hermana, quien, desde la habitación contigua, escucha los gritos sin mover un dedo. Esta secuencia sintetiza bien esa brutalidad repleta de poesía que atraviesa la filmografía del realizador italiano y que se extiende hasta su último largometraje, Rapito, estrenado en la Sección Oficial de Cannes. Fiel a su denuncia de las estructuras de poder, Bellocchio parte de la historia real del secuestro, por parte del papado, de un niño judío en 1858 —la misma que Steven Spielberg lleva años intentando filmar con el título de The Kidnapping of Edgardo Mortara—, para arremeter contra la corrupción y el antisemitismo y, de paso, ofrecer una película trepidante, de un pulso narrativo firme y directo.
Nacido en Piazencia (Italia), es uno de los principales renovadores del cine europeo. Desde ‘Las manos en los bolsillos’ (1965), su primer largometraje (premiado en Locarno), ha construido una obra contestataria y comprometida en la lucha contra el conformismo y la moral burguesa. En su extensísima carrera destacan títulos como ‘Marcha triunfal’ (1976), ‘Salto en el vacío’ (1980), ‘La condena’ (1991), ‘Buenos días, noche’ (2003), ‘Sangre de mi sangre’ (2015), ‘El traidor’ (2019) o la miniserie ‘Exterior noche’ (2002), que han acaparado multitud de premios en los principales festivales internacionales. Ha recibido premios honoríficos por toda su carrera en Venecia (2011), Locarno (2015) y Cannes (2021). Su trabajo ha sido objeto de decenas de retrospectivas en todo el mundo, incluida una en el MoMA (Nueva York) en 2014 para conmemorar el cincuenta aniversario de su carrera cinematográfica