Ganadora de la Cámara de Oro de Cannes en 1986, Black and White es una película adelantada a su tiempo. Con la premisa de un contable de vida ordenada que inicia una relación sadomasoquista con su masajista negro, la ópera prima de Claire Devers se revela como un estudio de una personalidad alienada que, al igual que la pianista a la que dio vida Isabelle Huppert en el filme de Haneke, encuentra en un dolor cada vez más lacerante la válvula de escape a la grisura de su cotidianidad. Una cámara pegada a la piel de los personajes y guiada de forma magistral por Christopher Doyle —colaborador inseparable de Wong Kar-wai y responsable de la fotografía de Chungking Express (1994) y Deseando amar (2000)— en una historia de emociones fuertes y textura rugosa que huye de psicologismos para sumergirse, sin pudor, en las profundidades del deseo.
Nacida en París (Francia) en 1955, estudió Filosofía en la Sorbona, donde se graduó en 1978. Entre 1983 y 1985 se diplomó en el IDHEC y en 1986 debutó con el film ‘Noir et blanc’, basado en una historia de Tennessee Williams (‘El deseo y el masajista negro’) y premiado con la Cámara de Oro en el Festival de Cannes y el Gran Premio en Turín. ‘Chimère’ (1989), ‘Max et Jérémie’ (1992) y ‘Mylène’ (1992) fueron sus siguientes trabajos para el cine. Dirigió varias series de televisión antes de competir en la 45 Semana con ‘La ladrona de Saint-Lubin’ (1999). Posteriormente dirigió para la pantalla grande ‘Les Marins perdus’ (2003) y ‘Pauvre Georges!’ (2018).