Robarle un conejo a un mago no parece la mejor forma de impresionar a un hijo, pero, por intentarlo, que no quede en esta crónica de una visita a la feria que se convierte en una alocada road movie por el Estado de Nueva York en pleno día de Halloween. Mucho grano en 4:3, estética ochentera y un montaje frenético dan forma a una historia sobre magias no demasiado mágicas que convierten, sin mediar hechizo por medio, a niños grandes en pequeños adultos.