Natalia y Manuel utilizan el tren de la FEVE a diario para desplazarse desde sus pueblos hasta la ciudad de León y atender a sus quehaceres cotidianos. Su amor por este tren les lleva a realizar una defensa encarnizada del mismo y a reclamar mejoras para que este servicio histórico no muera en el olvido, y con él los pueblos que el tren surca a su paso.