Ivo se dedica a procurar cuidados paliativos ambulatorios a pacientes con enfermedades incurables. Cada día visita hogares muy distintos: familias, matrimonios y personas solteras; pisos pequeños y casas espaciosas. Y entra en contacto con formas diferentes de vivir y morir, formas diferentes de afrontar el tiempo que nos queda. Se desplaza en su viejo Skoda desde el amanecer hasta que cae la noche, con el sistema de manos libres siempre en funcionamiento. El coche se ha convertido en su espacio vital personal, un lugar donde come, trabaja, canta, maldice y sueña. Una de sus pacientes, Solveigh, ya era amiga íntima suya incluso antes de la enfermedad. Ivo también tiene una relación estrecha con el marido de Solveigh, Franz. Día tras día, trabajan juntos para cuidarla. Y también duermen juntos.