La película toma como punto de partida la llegada de los Beatles a Nueva York para el concierto que ofrecieron en agosto de 1965 en el Shea Stadium, pero el marco de referencia se va ampliando continuamente. Se yuxtaponen otras realidades adyacentes de ese año: la Feria Mundial de Nueva York, los disturbios de Watts que se cuelan por televisión desde la Costa Este. El film convoca a un elenco de miles de personas: cada esfera separada, cada rostro y cada lugar adquieren la misma importancia; cada instante se convierte en el centro del relato. Un viaje al núcleo oculto de un mundo que se ha ido, pero que también sigue presente de forma palpable.