- ‘En la alcoba del sultán’ ofrece una versión fantástica de la vida de Gabriel Veyre, inventor y operador de cámara de los hermanos Lumière
Valladolid, 23 de octubre de 2024. Javier Rebollo, autor de títulos como La mujer sin piano (2009) y El muerto y ser feliz (2012), ha presentado a concurso en la 69ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) el estreno español de su más reciente película, En la alcoba del sultán, una declaración de amor a los orígenes del cine. Le han acompañado los protagonistas Jan Budar y Pilar López de Ayala, así como los productores Roberto Butragueño, Lluís Miñarro y Nathalie Trafford.
En la alcoba del sultán traslada al espectador a los orígenes del cine en los albores del siglo XX a través de la historia del pionero francés Gabriel Veyre, quien acepta la propuesta del Venerable Sultán y desembarca en el imaginario País de Nour para llevar a Oriente los misterios del cinematógrafo. Javier Rebollo propone una mirada al pasado, en forma de ensoñación, sobre las primeras aventuras que acompañaron al séptimo arte, cuando este se movía entre la ciencia y la ilusión.
Sobre la génesis del proyecto y su descubrimiento de la figura de Gabriel Veyre, Javier Rebollo ha revelado: «La película me encontró a mí, no yo a ella. Conocí a Philippe Jacquier, heredero de Gabriel Veyre, y él me abrió su corazón y sus archivos. Me dio acceso a la memoria que estaba literalmente escondida en un armario. Veyre sigue siendo muy desconocido y, desde que escuché hablar de él, me quedé con ello. Después sólo tuve que mantener mis oídos abiertos y escuchar a este hombre maravilloso».
El realizador madrileño ha señalado como referentes a los Lumière, Georges Méliès o Buster Keaton, pero también al mundo de los tebeos y Las aventuras de Tintín, como símbolos de la importancia que tiene la fantasía en su obra. «Para llegar a la verdad hay que mentir un poco. Toda biografía tiene mucho de ficción y, a su vez, la ficción tiene mucho de realidad. Muchos biopics que están basados en hechos reales me resultan falsos. Y esta es una obra que abraza la fantasía, que entiende que la imaginación es muy importante para acceder a la verdad», ha señalado. Y añadió: «La película trata mucho del gesto de los actores, algo que procede del cine mudo, y del tebeo, también».
La actriz Pilar López de Ayala ha profundizado en esta idea, apuntando: «Me encantan los personajes sin texto porque requieren una mayor expresividad. El cine no deja de ser un medio que se cuenta a través de la imagen. Sabía de las dotes de improvisación de Javier, que no tenía que llevar nada demasiado armado. Él me pasó textos y cartas y, por supuesto, hubo un trabajo previo a partir de ese material. Pero todo acabó construyéndose sobre la marcha, con mucha disposición y flexibilidad en el set, tratando de entender lo que se requería en cada momento».
A lo que Rebollo ha contestado: «Pilar encarna este espíritu de los actores clásicos, que eran como un emblema de sí mismos. Eso es gracias a su ingenio, su belleza y, sobre todo, su bondad. Para hacer cine es necesario ser buenas personas; no hay que ser como Kubrick. El amor es lo más importante para el arte y para la vida, y ese amor estaba en la obra de Gabriel Veyre».
Equivocarse para acertar
El equipo también ha compartido sus experiencias durante el rodaje, que no estuvo exento de dificultades. Al respecto, la productora Nathalie Trafford ha mencionado: «Esta película se tenía que rodar en Fez, en Marruecos, que es donde se ha escrito durante muchísimos años. Teníamos localizados unos palacios maravillosos, así como un equipo de rodaje y un productor ejecutivo marroquíes. Pero a tres días de empezar nos convocaron las autoridades locales para decirnos que no podíamos rodar allí, porque no permitían hacer una ficción sobre un sultán marroquí. Así que nos fuimos a Túnez, donde nos recibieron de brazos abiertos».
Por su parte, Luis Miñarro ha añadido: «Ha sido una aventura de años. Para mí, es realmente casi un milagro que estemos hoy aquí después de todo lo que ha pasado. Pero Javier es alguien que siempre ha priorizado el arte cinematográfico y ha solventado todo lo que parecía imposible de solventar. La película ha salido adelante gracias a su impulso fílmico y creo que ha sido mejor de lo que había imaginado antes».
«Tuvimos que reinventar la película, sus decorados y sus vestuarios, mientras la hacíamos. Pero creemos que fue para mejor porque, una vez perdimos el realismo, abrazamos la fantasía. Las mejores cosas surgen por hallar la creación en la carencia. Este es el espíritu aventurero de los primeros cineastas y mío también», ha añadido Rebollo. «Está bien equivocarse para acertar. La cosa es que eso sólo lo sabes después».
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