El compositor, Espiga de Honor de la Seminci este mismo año, es probablemente el mayor talento de la música cinematográfica de nuestro país. Sus partituras para directores como Pedro Almodóvar, Carlos Saura, Julio Medem, Oliver Stone o Steven Soderbergh le han valido multitud de premios (incluidos una decena de Goyas), y nominaciones a los Óscar, a los BAFTA del cine británico o a los Globos de Oro.
Entre sus últimos trabajos, La piel que habito, enésima colaboración con Almodóvar, y El topo, con la que consiguió su tercera candidatura a los premios de la Academia de Hollywood.
Empezó a trabajar desde muy joven y admite que le hubiera gustado estudiar más, pero, aun así, el compositor Alberto Iglesias continúa descifrando partituras y descubriendo cosas nuevas entre película y película como si se tratara de su primera vez. Ha pasado mucho tiempo desde que comenzara a poner música a las imágenes que grababa su hermano “en esa habitación que compartían y que considera su primera escuela”, pero sigue viviendo su trabajo con pasión. La primera gran oportunidad del compositor vendría de la mano de Monxto Armendáriz.
Agustín Almodóvar e Imanol Uribe fueron los encargados de entregarle un trofeo que se suma a su colección de galardones atesorados en festivales de todo el mundo. Ante la entrega de un premio como este, Iglesias reconocía que le venía "un poco grande. Es un premio a toda una carrera, y me cuesta ponerme en ese lugar. Lo recibo con un placer enorme porque es un reconocimiento a la música en general”. Antes de acudir al Teatro Calderón a recoger la Espiga, el donostiarra analizaba ante los medios su labor como compositor. Ahí afirmaba que su trabajo está plagado de improvisaciones: "En el arte y la música, lo inconsciente es importantísimo".