Consagrado con Un profeta, Jacques Audiard es uno de los nombres propios de la edición de 2013. Recibirá una Espiga que pone en valor un cine que apunta al espectador de manera directa, sin contemplaciones, sin concesiones. Seco y duro.
Jacques Audiard es, sin duda, un caso aparte entre los grandes directores franceses actuales. Su cine es diferente porque su mirada es diferente. Una mirada nada complaciente, desesperanzada, con el mundo que nos rodea y con quienes lo ocupamos. Un cine austero, realista, rasposo, tendiendo a oscuro, pegado a la tierra, donde abundan los ambientes marginales, cuando no sórdidos.
Un mundo de perdedores (son mayoría en nuestro mundo real) en el que sentimientos como el amor, la generosidad, no se venden como recetas mágicas. Un cine que te remueve los sentidos y los sentimientos, que nunca te deja impasible. Un cine bien rodado, con pulso, con ritmo, con ambición y sin concesiones retóricas, basado siempre en una historia contundente.
Empezó siguiendo la carrera de su padre, el popular guionista francés Michel Audiard (Maigret, Babette se fue a la guerra). Escribió algunos guiones -basicamente thrillers- para otros directores como Claude Miller o Michel Blanc y siempre ha escrito el guion de sus películas. Trabajó también como ayudante de dirección y de montaje (La locataire, de Polanski) y luego como realizador desde 20 años. Sin embargo, no fue consagrado a nivel internacional hasta que en 2009 estrenó Un profeta, con la que ganó la Palma de Oro en Cannes, una treinta de premios internacionales y fue candidato al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Tenía ya 57 años y llevaba 15 como realizador.
Su debut se produjo en 1994 con Regarde les hommes tomber, protagonizada por Jean Louis Trintignant y Matthieu Kassovitz. Logró el César al mejor director novel. Con Un héroe muy discreto (1996), también de la mano de Kassovitz, logró muy buenas críticas y premios, entre ellos el de Mejor Guion en Cannes y Espiga de Plata en la SEMINCI. Mantuvo el interés de la crítica en 2001 con Lee mis labios, con Vincent Cassel, y alcanzó el reconocimiento generalizado en 2005 con De latir mi corazón se ha parado, película que estuvo entre mis favoritas aquel año.
Aquella película, rara, especial, valiente y llena de sentimientos, estaba protagonizada por Roman Duris, otro “actor fetiche”, como lo han sido Kassovitz, Vincent Cassel y lo va a ser, seguro, el belga Matthias Schoenaerts, protagonista de De óxido y hueso, su última película, premiada en Cannes 2012 y ganadora del Premio al Mejor Director al Mejor Guion (ex aequo con el guionista Bidegain, coautor también en El profeta).
Un tipo muy especial Audiard. Esperemos que siga haciendo películas que nos impacten y que nos hagan sentir que hay otra forma de ver este mundo y de contar las historias. En Valladolid podría darnos alguna de sus claves durante su estancia en la ciudad para recibir, como la estrella del cine europeo que es, la Espiga de Honor de SEMINCI.