A medio camino entre una actualización de Harold y Maude, el título de culto de Hal Ashby, y el cine de Woody Allen, la última propuesta de Nathan Silver presenta a un Jason Schwartzman en estado de gracia, pero sobre todo se erige en un merecidísimo homenaje a su protagonista, Carol Kane, una de las actrices más emblemáticas del cine estadounidense, inolvidable en Annie Hall o Hester Street. Cantor en la sinagoga, Ben pierde la voz a causa de una crisis de fe motivada por la muerte de su esposa. Su vida parece estancada hasta que Carla, su antigua profesora de música en el colegio, se apunta a sus clases de preparación para la Bat Mitzvah. Entre ambos se genera una química inesperada que da pie a una comedia a la vez romántica y absurda, melancólica y alocada, sexy y religiosa, teñida de belleza otoñal (la fotografía la firma un ya habitual de Seminci, Sean Price Williams), y atravesada por esa energía y espontaneidad tan propia de las películas de los setenta.