Un caluroso día de verano. Las ramas de los cerezos están llenas de frutos maduros y se balancean por el viento y por el peso de las cerezas. Un padre recién jubilado invita a su hijo a ayudarle a recogerlas en su huerto. El padre no tiene prisa; ahora quiere pasar más tiempo con su hijo y las propias cerezas pasan a un segundo plano. Mientras trabajan juntos y en silencio, ambos se dan cuenta del tiempo que han perdido los últimos 30 años. Las cerezas devuelven a los dos hombres sus primeros recuerdos y les permiten revivirlos sin prisa, como si volvieran a empezar.