Alguien ha muerto y un grupo de personas, encabezadas por una mujer de luto, acude a la despedida. El dúo formado por Lucija Mrzljak y Morten Tšinakov narra en Eeva un velatorio en torno a una mesa donde la lluvia, el vino y los recuerdos fluyen en una animación de corte surrealista, jalonada de golpes de humor seco y donde los grises, verdes y rojos de un cromatismo fúnebre dibujan un ejemplo de cine sin diálogos, que no silente, y de altos vuelos alegóricos.