Vitriólica, irreverente y provocadora, de Furia española cuentan que fue la última película que vio Franco antes de morir. Con esta crónica sobre un forofo del Barça que no duda en interrumpir su boda para acudir a la final de la liga, Francesc Betriu plasmó la otra cara del landismo en uno de esos esperpentos que, desde lo grotesco, ofrecían un reflejo de la realidad social de los setenta en la línea de ¡Vivan los novios! (Luis Gª Berlanga, 1970) y Las truchas (José Luis Gª Sánchez, 1978). Betriu contó con Cassen —el mítico Plácido— y Mónica Randall como protagonistas de una historia con mucho sexo, aun más fútbol y una buena dosis de costumbrismo que enervaron a la censura hasta el punto de prohibir dos veces el guion y, más tarde, el estreno, sólo permitido tras la supresión unas cuantas escenas, la publicación de un manifiesto y la presión del Festival de Cannes.
Nació en Organyà (Lérida) en 1940 y falleció en 2020. Estudiante de Ciencias Políticas y alumno de la EOC, fue miembro del grupo teatral Los Goliardos y trabajó como productor de cine y en televisión. Fue redactor jefe de ‘Fotogramas’ y comenzó en el cine como ayudante de dirección en ‘Antonio y Lola’ (Manuel Revuelta, 1965). Un año más tarde filmó sus primeros cortos y debutó en el largo con ‘Corazón solitario’ (1973), que compitió en Valladolid e inauguró una trilogía que completó con ‘Furia española’ (1974) y ‘La viuda andaluza’ (1976). Su filmografía incluye ‘Los fieles sirvientes’ (1980), ‘Réquiem por un campesino español’ (1985), ‘Sinatra’ (1988), ‘La duquesa roja’ (1996), ‘Una pareja perfecta’ (1998) y ‘El paraíso ya no es lo que era’ (2004). En 1993 estrenó en Seminci ‘Un día volveré’, dentro de la sección La Serie del Año, y en 1999 fue homenajeado por el Festival de Peñíscola. Sus últimos trabajos fueron los documentales ‘Mónica del Raval’ (2009), ‘El día que murió Gracia Imperio’ (2013) y ‘L’últim aviador’ (2019).