El cine japonés no se entendería sin el componente sobrenatural. Aya Kawazoe retoma y reformula uno de los motivos clásicos del imaginario nipón como es el kaidan —historia de fantasmas— en Howling, adaptación de un relato de Hyakken Uchida sobre un hombre que ve en el cadáver de su hermano su propio rostro. Indagación onírica en una mente que va despegándose de la realidad y cuyos recuerdos se entremezclan con otros ajenos, este cuento sobre la identidad en 16 milímetros se aleja del terror más convencional para narrar una historia de tintes existencialistas.