Una imagen tragicómica de la sociedad polaca durante el primer confinamiento. Los residentes de un grupo de casas adosadas intentan adaptarse a una nueva situación. La mayoría permanece en casa y su único punto de contacto con el mundo exterior es a través de un balcón o del patio trasero comunal. El aislamiento y la distancia física limitaron abruptamente el número de interacciones sociales, pero también se convirtieron en una oportunidad para observar la vida de nuestros vecinos.