El señor Lazarescu tiene 63 años y vive en un bloque de pisos, junto con Nusu, Mirandolina y Fritz, sus tres gatos. Su esposa murió hace ocho años y Bianca, su hija, se mudó a Canadá. Es sábado por la noche. El señor Lazarescu no se siente muy bien, por lo que llama a una ambulancia. Mientras llegan los paramédicos, intenta aliviar su dolor con alguno de los medicamentos que guarda en casa. Pero se ha quedado sin las pastillas que necesita y pide ayuda a sus vecinos. Sandu y Miki interrumpen sus tareas domésticas para prestarle los primeros auxilios, aunque su olfato les indica que el hombre ha estado bebiendo. Sin embargo, lo que parecía un dolor de cabeza producido por la resaca resulta ser un problema mucho más grave cuando Lazarescu, en presencia de los dos vecinos, vomita sangre.